martes, 25 de julio de 2006

"De la España que emigra a la España que acoge" y otras reflexiones de verano


Acabo de leer el artículo de Alejandro y no puedo menos que decir que ha puesto por escrito, en buena medida, mis sentimientos. Yo tampoco tengo necesidad de salir en vacaciones. Tampoco me gusta la playa, ni el sol, cada año más abrasador, ni estar sin hacer nada… Me gusta, eso sí, viajar. Pero, por circunstancias familiares, ahora toca no moverse demasiado. Y lo llevo fenomenal. Madrid es un agobio pero tiene sus ventajas que, en vacaciones, lo son mucho más. Ya no hay que estar pendiente de un horario laboral, así uno hace lo que quiere y cuando quiere. Para empezar, las carteleras de mis cines Princesa/Alphaville/Renoir siempre tienen películas que no he visto y que no me quiero perder. Para seguir, tengo este portátil con su conexión a internet y con todos los periféricos que me permiten cacharrear y seguir pasándomelo bien. Vivo en un punto de Madrid absolutamente céntrico y, a la vez, cerca de un parque maravilloso (y poco valorado, el parque de la Bombilla) donde poder salir a pasear para bajar la cena y tomar un poco el fresco. Cuando el calor aprieta, como es el caso estos días, uno se puede refugiar en cantidad de atmósferas artificiales que no siempre están a disposición en los lugares de veraneo… Y, de vez en cuando, uno se encuentra con acontecimientos culturales de una extraordinaria calidad.

Es el caso de la exposición denominada “De la España que emigra a la España que acoge” en el Círculo de Bellas Artes.

Todo un acierto el recoger en un mismo espacio expositivo, las dos realidades que, pareciera, por lo que respecta a nuestro pasado reciente, hubiéramos olvidado completamente. Una muestra muy bien estructurada, con muchos objetos y documentos y con unos muy didácticos audiovisuales. Lástima que sólo esté hasta el 20 de agosto pues es una exposición muy adecuada para trabajar con escolares. En el folleto han recogido este pequeño poema de Mario Benedetti que no me resisto a copiar.

De todas partes llegan sobres de nostalgia
narrando cómo hay que empezar desde cero,
navegar por idiomas que apenas son afluentes,
construirse algún sitio en cualquier sitio,
a veces, lindas veces, con manos solidarias,
y otras, amargas veces, recibiendo en la nuca
la mirada xenófoba.

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